
El sistema es fácil: entras, te sientas en
el hueco que haya (incluidas mesas ocupadas, aquí es habitual sentarse junto a
desconocidos así que no os asustéis) y pones un posavasos sobre la mesa. Por lo
que hemos oído, hay en lugares en los que poner el posavasos ya significa
“quiero una cerveza”, pero en general suelen acercarse a preguntar por si las
moscas.
Además de “pivo”, anotaos estos
dos palabras: male (pequeña) y velke (grande). Contad que una “velke pivo” es
medio litro de cerveza para no pedir más de la cuenta. El precio, aunque ya no
es 1 euro como era hace unos años, no es mucho mayor. Fuera de las zonas
turísticas, por unas 30 ó 40 coronas (1,20/1,60€) tendrás tu cerveza. En algunas zonas del
centro o restaurantes caros, pueden llegar a pedir casi 100 coronas (por ejemplo
en los bares dentro del recinto del castillo de Praga o en el aeropuerto), pero eso es una
completa exageración para los checos.
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Compartiendo mesa en una kavarna |
En cuanto a las marcas, la verdad
es que hay para elegir. Hay buena cerveza de cebada y la de trigo también es
bastante común. Nosotros hemos intentado hacer un pequeño casting de cervezas
comprando una botella de cada marca para ir probando. Las más famosas son las
que se llevan el premio. Probad la Pilsner Urquell (la encontraréis por todas
partes), la Gambrinus o la Budwaiser Budwar. Cualquiera de ellas os dejará buen
sabor de boca.
Así que pedid una (jedno) “velke
pivo” a la camarera y brindad con un sonoro “prosim” y a pasar buena tarde.