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martes, 31 de julio de 2012

Visita a Kutná Hora

Cuando vinieron nuestros grandes amigos Juancho y Mila con su preciosa Alejandra, alquilamos un coche para hacer una excursión el domingo (ya escribo como si fueran "mis memorias"!). No teníamos claro donde ir, para que no fuera muy duro con el carrito de la niña (mucha cuesta o empedrado), y no estuviera muy lejos. Así que decidimos ir a Kutná Hora y a Konopiště. El primero por ser un pueblo bonito para andar, y aunque no muy llano, tampoco demasiado en cuesta; y el segundo por ser un castillo no muy grande con unos jardines y un lago perfectos para un paseo...

Imagen de la Wikipedia
Llegamos por la mañana a Kutná Hora, y lo primero que hicimos fue visitar la iglesia y cementerio de Todos los Santos... y su famoso osario. Es un pequeño recinto con un cementerio y una también pequeña iglesia. Nada digno de destacar en el exterior; ni el lugar es espectacular, ni la arquitectura especial.. Pero hay que entrar.
Compramos por 130 CZK  (6€) el pase que permite la visita a tres lugares de la ciudad (el osario, la catedral de la Ascensión, y la iglesia de Santa Bárbara).

A lo que iba, que hay que entrar a la pequeña iglesia... En el sótano de la misma, el osario. ¿y qué tiene de especial? Que hay miles de huesos, no almacenados, sino adornándola. Sí, todo está hecho con huesos. La lámpara central dicen que tiene todos los huesos del cuerpo humano; en un lateral, el escudo de la familia que lo construyó; encima de los arcos que separan las naves, algo parecido a un angel, vitrinas con otros ejemplos, y muchos detalles mas. Hasta el artista firmó...con huesos, claro!!


Varias fotos después, salimos y volvimos al coche y nos dirigimos a la iglesia de Santa Bárbara,patrona de los mineros (no es una catedral, aunque lo parezca por tamaño)...Gótica, realmente impresionante.. como ya teníamos el ticket, entramos directamente. En teoría tenía que rivalizar con la de San Vito en Praga, pero para mi gusto, no le hace sombra: la de San Vito a mí me gusta más, pero sobre gustos.. Nada mas entrar unas capillas en el lateral con altares barrocos, alguna pintura original del siglo XIII o XIV, no restaurada, contando la historia de los mineros de la zona, los asientos del coro en un lateral (¿?)... lo más sorprendente quizá, dos amplias estancias en una segunda planta, en las naves laterales (nada típicas en el gótico), y en las columnas de dicha planta, unas estatuas de 3 metros.. Por 20 CZK mas cada uno subimos a la segunda planta, donde además de una pequeña exposición, y buenas vistas sobre la planta, también había una puerta al exterior, donde una pequeña terraza también tenía buenas vistas sobre el exterior.
Al salir, paseo obligado por... una "especie" de réplica del puente de Carlos de Praga! Los monjes jesuitas que habían sido expulsados de Praga lo echaban de menos e hicieron algo parecido...

Se nos quedaron cosas sin ver en Kutná, como la catedral o el Italian Court, porque se puso a diluviar de mala manera.. y el chaparrón no duró media hora, ni la hora que tardamos en comer... sino que ya estuvo lloviendo toda la tarde. Así que después de dar una vuelta con el coche y ver poco más el pueblo (una pena, pues parece bastante agradable de pasear), nos volvimos hacia casa. Como no dejó de llover, paramos en Český Šternberk, que tenía muy buena pinta, pero ni nos bajamos del coche...
La iglesia de Santa Bárbara


viernes, 2 de marzo de 2012

Excursión a la nieve: Ještěd y Liberec


Después de 3 meses viviendo en Praga, por fin hemos salido de excursión fuera de la ciudad. No es que ya hayamos visto todo aquí, ni muchísimo menos, pero tanto hablábamos a nuestra compañera Zuzana de las ganas que teníamos de ver nieve, que ella y su marido acabaron por llevarnos de excursión.

El lugar elegido, fue Ještěd, una estación de esquí cercana a la ciudad de Liberec, muy cerca de la frontera con Polonia.

En poco más de una hora, nos plantamos en Ještěd y cogimos el funicular hasta el hotel-restaurante que hay en la cima. Este pico es uno de los más altos del país con nada más y nada menos que ¡1.012 metros! Sabiendo que Praga está a tan solo 300 metros sobre el nivel del mar, tampoco está tan mal.

Rodeados de esquiadores, llegamos a lo más alto donde una ventisca a penas te permitía levantar la cabeza. A pesar de ser las 11:30 de la mañana, nos metimos en el restaurante y pedimos la comida. ¡Empiezan a servirla incluso a las 11h! Como no habíamos desayunado, no nos importó, pero vamos que... ¡vaya horitas!

El restaurante no estaba mal del todo, pero lo que más nos llamó la atención fue que el curioso edificio con forma de corneta, esté protegido. De hecho los checos parecen bastante orgullosos de él. Además es posible pasar la noche en lo alto de la montaña ya que sobre el restaurante se encuentra el hotel de 3 estrellas con capacidad para unos 50 clientes. Los precios oscilan entre los 60 y 90 euros la noche.

Después de nuestro "brunch", comenzamos el descenso a pie ya que la ventisca había pasado. 
La idea era seguir una senda, pero había tanta nieve que resultaba imposible, así que comenzamos la marcha por la carretera. Señales de tráfico congeladas, coches con carámbanos de hielo y una pared de 2 metros de nieve a cada lado nuestro hacían que no parásemos de ir de un lado a otro felices como enanos.

Para nuestra alegría, conseguimos coger la senda en uno de sus tramos y disfrutamos del típico paisaje de cuento. Más valía ir por el reguero marcado por los caminantes anteriores, porque desviarse medio paso podía significar hundir la pierna hasta la cintura en la nieve (cosa que, por supuesto, ocurrió varias veces). Nos tiramos bolas de nieve, hicimos ángeles, nos rebozamos por el suelo...vamos, todo lo que habríais hecho vosotros si también hubierais estado allí.

Angelito ¿¿sin cabeza??
Menos mal que no se nos ocurrió ir durante la ola de frío porque habría sido imposible. En cambio, el día fue estupendo, con una temperatura excelente y hasta algo de sol cuando pasó la primera ventisca.
Una hora y media después llegamos al coche completamente felices. Jamás habíamos visto tanta nieve junta y mucho menos nieve tan virgen. Los copos que caen son tan ligeros que la nieve se acumula sin apelmazarse, de ahí que al pisar, se abran agujeros enormes y no haya más remedio que reírse del que se haya caído.

Después de un paseo y un té en Liberec (no hay mucho que resaltar en la ciudad), empezamos el camino de vuelta. Aire fresco y sitios nuevos. Justo lo que necesitábamos, aunque la comida nos cayera un poco pesada.